sábado, 3 de mayo de 2008

Sus Poesías


Coloquio Fatigado

Con mis horas a cuestas
tarde arriba
sueño haber dejado en las almas tristes
mi huella.
Acaso una palabra, tal vez una sonrisa
o simplemente una mirada buena
¡que el mundo carece de gesto noble,
y mundo soy yo!
Llegado a la cumbre,
beso tu aliento hecho montaña,
y en mi desconcierto
musito solo GRACIAS
gracias por la pena perfumada;
gracias por el agua pordiosera;
gracias por el gozo compartido,
que solicita en su camino,
el sudor y la fatiga.
Gracias por la vida eslabonada,
en mi jornada
rumbo a su destino.
Gracias, señor Gracias
por que eres Dios.


Mi Madrecita

Una mujercita bella, me la hizo Dios
refulge como una estrella
Llena de amor...
Su vida vive en mis venas,
y habla su voz
en el llanto de mis penas
Con fiel dolor...
Y si gozo, su sonrisa
es como el sol;
Celebro... reza mi misa
Su devoción...
Esa es mi madre...
Resumo todo lo que es
en el gesto de amor sumo.
De aquella vez...
Oí el misterio: una llamada, quise soñar,
su pecho fue mi almohada
Broto mi ideal.


Señor

Esa espina que me sabe a tu corona,
¡Esa espina!.
Y esa sangre que gotea, que gotea,
¡Esa sangre!
Como ritmo, como pulso de mis venas,
¡Cómo vida!.
Son tributos que en silencio paga y llora mi coraje.
Es preciso que yo sufra, y en silencio.
¡Es preciso!.
Mis dolores como lavan el agua pura,
¡Que me laven!.
Si, de todo lo que queda de terreno,
¡De mí mismo!.
Y ya, paso, poco a poco, gota a gota,
¡No me agotes!.
Tu me inyectas el latido sacrosanto
De tu vida;
Y me enciendas en los ojos ya cansados,
Tu pupila.
Y me trueques mi persona en tu persona:
¡Un nuevo hombre!.


Un Nuevo Cura

El misterio hecho púrpura y vivencia.
En férvidas burbujas se debate,
en tanto valúa su rescate
la culpa vieja, rota su licencia.
Ritmo a párpados ebrios, primerizo
que palpita mística pleitesía.
Y un mensaje, amor y profecía
por dar vida absuelvo y divinizo.
Leves castañuelas los labios píos,
de hinojos en perfecta sintonía.
El nuevo salmo ruega el pueblo en pleno
en confuso tropel montes y ríos
jalean volcánica melodía:
Tú eres otro Cristo en flamante estre.

-Dedicado a los nuevos sacerdotes Pepe Yagas y Fermín Oggier-

Sufrir

Yo le dije a mi dolor:
Que amarga compañía tu visita.
Y me contestó el Señor:
Será bendición esa hora maldita.
Montó guardia mi valor,
y ya mi honda angustia no se da cita,
que el fin es dulce fulgor.
La noche, si sueña en su alba bendita.
Yo me quejo.
Estoy en todo de acuerdo con su palabra:
Y mis penas en su comboy
se van de viaje, mientras labra y labra
su mano fiel: soy quien soy,
es mi firma en cualquier dura prueba.
Me alienta saber que voy
camino cierto de la tierra nueva.

NOTA: Con todo aprecio a la hermana del gran amigo
Hno. Ramón a quién uno mi sufrimiento.

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